jueves, 31 de octubre de 2013

La igualdad también se aprende

Por Elena Simón Rodríguez, experta del movimiento crítico del feminismo.

Elena Simón comenzó explicando los temas que se iban a desarrollar: feminismo, sexismo, machismo, igualdad y coeducación.

Introdujo la conferencia sacando el tema del feminismo, citando la siguiente frase "Nacimos en el siglo XIII,  pero nos encontramos en el siglo XX".

La percepción de la mujer, vista desde el machismo, se ha visto siempre potenciada por los estereotipos(o etiquetas), los roles y las "milongas" que promueve la sociedad. Esto es debido a lo que a ella le gusta denominar "la mala educación", que hoy en día sigue siendo muy potente, sobre todo gracias a los medios de comunicación, aunque se representa de forma disfrazada, maquillada e incluso atractiva. Las milongas se han convertido en un proceso de socialización basado en etiquetas rosas y azules que debemos quitarnos de encima, hace que los hombres se guíen por la ley del dominio y, por tanto, las mujeres por la ley de la dependencia.

Dichas etiquetas de pequeños/as carecen de importancia, pero en la actualidad las tenemos interiorizadas y parece que si no las aceptamos no nos adaptamos a la sociedad. Incluso nos hacen creer que dichas etiquetas las hemos elegido por nuestra propia voluntad. Por tanto, el prototipo de mujer exitosa es aquella que se niega a ver, a oír y hablar.

Todo esto ocurre debido a que la igualdad no se enseña, no se ha aprendido, por tanto no es un bien conocido y mucho menos apreciado.

Si nos paramos a pensar en las diferencias físicas entre los hombres y las mujeres, podemos llegar a elaborar una lista muy amplia de los parecidos que tenemos, y una minúscula de aquellos rasgos que nos diferencian. Como bien tituló su libro Celia Amorós “La pequeña diferencia y sus grandes consecuencias”.

La desigualdad implica discriminación y hay que enfrentarse a ella de manera crítica, puesto que la igualdad no es solo una ventaja para las mujeres, sino también para los hombres. La igualdad supone una elevación, la independencia de las características de origen (como es el género, el sexo…) y promueve el acercamiento a la ciudadanía, la igualdad de oportunidades para todos. El sexo en la actualidad no es una diferencia neutra, implica estereotipos y roles. La obra humana que nos representa se nos muestra de forma sesgada (solo la perspectiva varonil), como si fuese la obra común del conjunto de la humanidad.

La igualdad consta de tres partes:
- De oportunidades: Es decir, ni valor añadido ni valor restado, los mismos derechos. El único paso realmente dado por las mujeres ha sido en el ámbito de la educación. En el ámbito laboral seguimos sin gozar de este derecho.
- De condiciones: Es decir, la misma libertad y exigencias/obligaciones para los dos sexos.
- De trato: Entre otras cosas, reinventar el lenguaje para que deje de ser sexista, puesto que el mismo es adherido a todo el conocimiento del mundo.

Estas tres partes deberían transferirse en ejemplos humanos.

Si nos paramos a reflexionar, ¿dónde se aprende la igualdad? Las estancias socializadoras y educadoras son la familia, la escuela y la sociedad (“mediática”) y ninguna de ellas la trata.

¿Cómo podría cambiarse esto? Tratando de cambiarlo, potenciando la transmisión de la igualdad.

Los logros conseguidos hasta el momento con el movimiento feminista han sido la educación mixta y el progresivo cambio en el lenguaje. 
Por un lado, cuando se refiere al lenguaje, quiere decir que cuando se usa el plural masculino, este mismo incluye también a las mujeres, por lo que no son nombradas, se convierten en invisibles y tienen la función de traducirlo. Hoy en día, poco a poco, esto se intenta cambiar, para dejar atrás la invisibilidad.
Por otro lado, en cuanto a la de educación mixta, es insuficiente, debe ir más allá y darse la coeducación.

Aunque la igualdad sea uno de los derechos humanos no se lleva a la práctica, en cambio la injusticia del sexismo sí.

De ahí la importancia de la coeducación, definida como “Un proceso de intervención intencionado, observando el sexismo, que partiendo de la realidad de sexos diferentes y de géneros desiguales, pretende compensarse en la educación y como objetivo la construcción de un mundo COMÚN y no enfrentado".

Por tanto, las claves de la coeducación son tres: Detectar el sexismo como una injusticia, un lenguaje igual y común para todos y compensar las desigualdades representando un equilibrio.

La coeducación no solo es posible, sino que también urgente y necesario para abolir el sexismo y el machismo, y conseguir así la ventajosa igualdad.

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