Matemáticas, lengua, literatura, física, química, inglés, francés, conocimiento del medio, ética, religión...
La educación en la escuela se ha complicado casi tanto como la vida general. Parece como si se hubiera desatado una carrera por acumular datos y saberes. Y ese conocimiento se transmite y se evalúa en múltiples asignaturas que, además, van cambiando de nombre cada cierto tiempo. Son los tiempos modernos, se dice.
Sin embargo, quizás sea éste un buen momento para pararse a pensar en el modelo de educación que tenemos y si de verdad sirve para educar. Para ello, un buen ejercicio es investigar otros modelos. Y no, no vamos a hacer referencia a casos actuales de otros países. Vamos a recordar el modelo clásico de la Escuela Ateniense.
Hace 2.500 años, los sabios clásicos inauguraron en Atenas el principio "Educación física para el cuerpo y música para el alma". En él se encierra toda una declaración de principios que se traducía en que en las escuelas solo debía haber dos asignaturas: educación física y música.
Según los sabios, la educación física, el deporte, aportaba a los niños agresividad y dureza. Servía para hacer niños valientes y con confianza en sí mismo.
Por su parte, la música les aportaba blandura y suavidad. "Música" en su sentido etimológico significa "lo que viene de las musas" y servía para desarrollar la parte artística e intelectual de los niños. Al desarrollar su parte creativa, los niños aprendían a reflexionas.
En la perfecta combinación de ambas enseñanzas, en la educación física y música estaba la clave. Encontrar el equilibrio entre ambas suponía educar con plenas garantías. De hecho, la preponderancia de una u otra, determinaba el futuro de los niños, que acababan convirtiéndose en guerreros o en poetas.
El modelo de la Atenas Clásica triunfó y logró expandirse por todo lo que hoy conocemos como Occidente. El mismo Occidente que hoy tiene como objetivo fundamental en educación, conseguir que los niños sean grandes acaparadores de datos e información evaluable, sin lugar alguno para la reflexión.
Es para pensarlo.
Artículo extraído de http://www.maximopotencial.com
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